Blog dirigido a estudiantes de arquitectura del centro universitario de valladolid
jueves, 1 de mayo de 2014
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martes, 29 de abril de 2014
TALCA Cuestión de educación: Una conversación con José Luis Uribe Ortiz
La publicación TALCA Cuestión de Educación, ofrece una mirada transversal a los procesos de enseñanza de la carrera de Arquitectura en Talca y
nos presenta un imaginario completo de la producción de sus futuros
arquitectos, cuyas influencias se encuentran arraigadas en el territorio
y necesidades sociales propias de la región del Maule. José Luis Uribe* es editor de esta publicación, y podríamos decir además que representa el espíritu de la Escuela de Talca;
José Luis vive en Talca, estudió en Talca y actualmente forma parte del
equipo de docentes de Talca. Conversamos con él para adentrarnos un
poco más en los métodos y procesos de una escuela que hoy está
escribiendo un capítulo propio en la historia de la arquitectura
chilena. PA: De alguna manera la edición de esta publicación en México, bajo el alero de Arquine, representa un interés desde fuera de Chile por un modelo educativo cuya esencia radica en la localidad. En
un Chile que en el tiempo se ha caracterizado de centralista, de qué
manera se explica que la gestión de la Escuela de Arquitectura de la
Universidad de Talca en tan poco tiempo haya suscitado tal interés en el
extranjero?
JLU: Creo que hay una serie de condiciones que
orientan una posible respuesta. La primera tiene que ver con el lujo de
operar sobre el Valle Central de Chile, un territorio ubicado entre
Santiago y Concepción donde hasta el año 1999 ninguna escuela de
arquitectura había planteado su quehacer. Creo que lo anterior tiene que
ver con esta idea de escuela excéntrica que plantea Juan Román[1] al referirse a la relación que esta pequeña escuela situada en una pequeña ciudad de un pequeño país, guarda con los centros.
Una segunda circunstancia tiene que ver con la condición local de
nuestros estudiantes y la relación que tienen con su territorio, lo cual
llevándolo a imágenes puede resumirse en los cubos de materia que
forman parte del Taller de Arquitectura de Primer Año y que es parte del
encargo inicial que recibe el alumno al ingresar a la escuela. Aquel
enunciado de “Traer un cubo de 25 cm de arista. Confeccionado con
materia de Talca”[2] permitía
que de manera muy intuitiva el alumno pudiera construir una
representación comprimida del territorio, el cual iba acompañado de un
pequeño relato personal del cómo llegó a la forma. Esto podríamos
relacionarlo con un texto que me orientó bastante durante mis años de
estudio y es el“Dónde enseño arquitectura”[3],
ya que al concluir su lectura es posible perfilar en una clara actitud,
un anhelo que tanto alumnos y profesores tenían por lograr constituir
una imagen de escuela local. La distancia de los años ha permitido
precisar otras lecturas sobre ese texto, pero considero como la lectura
más importante el hecho de que logró detonar una clara actitud de
escuela entre los alumnos y profesores.
Otro punto a destacar es la lucidez que tiene Juan Román al momento
de conformar un equipo que le ayuda a dar forma al proyecto de escuela y
confiar en gente recién titulada. Un grupo de profesores jóvenes que
recién egresados se incorporaron a la escuela y que de alguna manera se
han ido formando ahí. De esa manera aparecen diversos intereses de los
profesores que se pueden reconocer en sus talleres realizados y que van
dando complejidad al proyecto de escuela y dando forma a una imagen de
escuela en constante cambio. Para la Escuela de Talca es necesaria la
diaria discusión, por lo mismo el equipo de profesores ha funcionado a
partir de la diversidad de sus integrantes o se promueven instancias de
conversación como por ejemplo la Semana de Criticas, que se realiza al
término de cada bimestre.
Recuerdo que al momento de trabajar en la formulación del proyecto
editorial del libro “Talca, Cuestión de Educación”, estuve escribiendo
durante un mes encerrado en un pequeño departamento en Barcelona durante
Julio de 2011. Esa lejanía era necesaria para darme cuenta de estos
aspectos de la escuela que al estar en Talca no hubiese reconocido. Ahí
me di cuenta que la narrativa del libro tenia que ver con aquella imagen
difusa que se tiene sobre la escuela. Es así como el libro busca
solamente dar cuenta de la construcción de un imaginario de escuela en
constante cambio por sobre una imagen estática y eso se debe a la
diversidad de procedencia e intereses de los profesores.
Creo que los aspectos mencionados anteriormente son los que han
definido la búsqueda de un lenguaje arquitectónico propio que generó un
interés en el extranjero, decantando en los reconocimientos
internacionales de nuestros ex alumnos, como por ejemplo el Primer
Premio obtenido por Susana Sepúlveda en el Archiprix Awards 2013
(Moscú), el Primer Premio obtenido por Cristian Allende en el Global
Architectural Graduate Awards de la Architectural Review (Londres), la
invitación que recibe la Escuela de Talca para montar aquel manto
confeccionado a partir de bolsas de basura en la Documenta en Kassel el
año 2012[4],
la publicación del trabajo profesional realizado por alumnos egresados
de la escuela en el monográfico de arquitectos Sub-30 realizado por la
revista Casabella (Italia) o la buena disposición de los invitados a
participar de las distintas versiones del Seminario del Territorio al
Detalle cada año en Talca. PA: La tríada materia-paisaje-territorio aparecen en
la publicación como el abecedario bajo el cual se rigen los procesos
educativos de los estudiantes en Talca hasta cumplir la etapa de
titulación. ¿De qué manera se plasma esta narrativa en la
formación de sus estudiantes y cómo marca un perfil del arquitecto de la
Universidad de Talca? JLU: Creo que hay una relación entre la estructura
formativa que recibe el alumno en la Escuela de Talca y la estructura
narrativa del libro, donde tal cual comentas materia – paisaje –
territorio conducen la lectura. En ese sentido la lectura sigue una
estructura aristotélica donde es posible ver el recorrido por el cual
pasan los estudiantes y creo que de manera inconciente fue estructurando
el libro, tal vez por mi condición de ex alumno. En ese sentido y
volviendo a un lenguaje narrativo, se evitó ser como Godard y romper la
línea temporal lógica de la narración del libro, sino que simplemente
aproximar al lector a una línea vinculada al imaginario de escuela mas
que a una imagen estática del quehacer de escuela.
Para una mejor comprensión de esta estructura narrativa- formativa es
necesario referirse al Perfil de Egreso de la Escuela de Talca, el cual
se estructura con base en tres dominios: el primero, Oficiar, que
incluye competencias relacionadas con la tradición del oficio en la
disciplina, atendiendo a lo que la ley exige y a lo que la sociedad
espera de un arquitecto. El segundo, Operar, remite a las competencias
necesarias para que el egresado pueda desenvolverse exitosamente en un
medio adverso y competitivo. El tercero, Innovar, aborda los
conocimientos para el desarrollo profesional en un medio caracterizado
por el cambio constante. Sobre este último dominio recuerdo lo que
comentaba Germán Valenzuela en una entrevista para la revista 30-60,
donde se refiere a que “la palabra innovación es una palabra muy
escurridiza. Sobre todo cuando la innovación aparece muy cercana a la
generación de productos. Para nosotros en realidad la innovación tiene
más que ver con la transformación en riqueza. Eso lo deja en un ámbito
todavía ambiguo. Pero que es una ambigüedad necesaria”[5]
A lo anterior se suman tres hitos que hay destacar en la formación
del alumno de la Escuela de Talca: El Taller de materia, Taller de
Agosto y el Taller de Titulación. Es en el Taller de Materia, donde se
desprende el ejercicio del cubo de 25 cm de arista que mencionaba
anteriormente. Juan Román se ha ocupado estos años de formular aquel
taller que orienta los primeros pasos de los alumnos al ingresar a la
escuela. Por otro lado, el Taller de Agosto, corresponde a un taller que
se dicta desde 2004 hasta 2009 y en el cual participa la totalidad de
los alumnos de la escuela acompañados por alumnos de escuelas de
arquitectura de otros países, construyendo cada año al menos una plaza
en algún lugar del Valle Central de Chile. Es un taller muy intenso, que
dura aproximadamente cuatro semanas y cuya discusión busca renovar los
lenguajes de la escuela. Todo esto decanta en el Taller de Titulación
que corresponde a la definición e implementación del proceso de
titulación como una Obra Construida, cosa que, desde 2004, permite
verificar que las competencias respectivas estén debidamente instaladas
en el estudiante a través de los componentes de Investigación, Gestión,
Proyectación, Construcción y Difusión que componen el proceso. Es así
como el estudiante debe ser capaz de lidiar con el difícil medio laboral
en el que se inserta. Para ello debe ser capaz de innovar en la
búsqueda de oportunidades, en ámbitos distintos a aquellos en los que
tradicionalmente se ha desempeñado el arquitecto.
Finalmente es necesario considerar el Valle Central de Chile, valle
de carácter rural con base agrícola, territorio donde se inserta el
quehacer de escuela y de donde proviene gran parte de nuestros alumnos,
quienes no tienen mucho espacio donde operar sino que cuentan con su
propia proactividad. Lo anterior genera que la Escuela de Talca formule
una educación basada más en lo material que en lo espacial, atendiendo a
las particulares características de los estudiantes. También creo
importante destacar que el total de las obras que han sido concebidas,
gestionadas, diseñadas, construidas y difundidas durante todos estos
años son el resultado de un trabajo desarrollado por alumnos, profesores[6] y
ex alumnos, el cuál esta basado en una práctica académica que promueve
la innovación y creatividad como líneas centrales de trabajo. PA: En el 2013 se publicó la última edición del
libro “Blanca Montaña”, un compendio de la mejor arquitectura chilena en
los últimos años. En la revisión de esta publicación, se visualiza con
claridad la alianza arquitectura-paisaje que a fines de los 90 funcionó
a la perfección para poner a Chile en el mapa de la arquitectura de
alto nivel en el mundo. Arquitectura y paisaje también están presentes
en cada una de las obras que los estudiantes de la Escuela de Talca
presentan al término de su carrera. ¿Cuáles son las divergencias
y convergencias de esta producción académica con la arquitectura
“institucionalizada” por Blanca Montaña? JLU: Creo que ante todo no hay que perder de foco
que somos una escuela de arquitectura y lo que nos preocupa es la
formación de futuros arquitectos que no tienen la opción de estudiar en
Santiago o en Concepción y que puedan desarrollar una practica
disciplinar de muy buena calidad en la zona. No somos una oficina de
arquitectura. El hecho de que términos como arquitectura, materia y
paisaje aparezcan como constantes en las obras de nuestros alumnos,
tiene que ver con la búsqueda de una particular manera de enseñar
arquitectura, tomando en cuenta el contexto cultural y la geografía
humana sobre el cual se emplaza la escuela. Al momento en que se formó
la Escuela de Talca existían aproximadamente 35 escuelas de arquitectura
en Chile, por lo que formular la manera de Talca implicaba asumir
muchos riesgos, lo que con los años de ha ido graficando en la
invitación a profesores como Pancho Sazo, Gregory Cohen o Sebastian
Preece cuyas miradas que venían de otras disciplinas aportaban a la
formulación de nuevos procesos creativos y que podían decantar en el
Taller de Agosto el Taller de Titulación por ejemplo. Lo mismo sucede al
momento de formular la visita de extranjeros como Manuel Cuadra, Ed van
Hinte o Francesco Careri. La incorporación de estas miradas en la
formación de nuestros alumnos fue gatillando lo que llamo Actitudes de
Escuela, correspondiente a esa amplitud en la mirada reconocible en gran
parte de los alumnos egresados de la Escuela de Talca.
Uno de los valores de “Blanca Montaña, Arquitectura reciente en
Chile” es su condición de atlas de arquitectura, en cuya cartografía
logra reconocer una etapa muy bonita en la arquitectura chilena,
iniciada con el pabellón chileno en la Exposición Universal de Sevilla
el año 1992 proyectado por José Cruz y Germán del Sol, donde se sugiere
una arquitectura como representación cultural de un país que venia en un
proceso de cambio tras la dictadura, que buscaba alejarse del
postmodernismo y que asomaba un repunte económico. Aquella etapa
finaliza aproximadamente quince años después con el montaje “I Was
There: Chilean Souvenir” curado por la oficina Pezo von Ellrichshausen
para la Bienal de Venecia del año 2008. Es ahí donde se cierra un
capitulo en que se reconoce la producción arquitectónica de una
generación de notables arquitectos lo que decanta en una arquitectura de
autor con obras de primer nivel proyectadas tanto en Chile como en el
extranjero, lo que les ha valido el reconocimiento en distintas
bienales, así como también en la publicación de diversas monografías.
Otro de los valores de “Blanca Montaña, Arquitectura reciente en Chile”,
aparece entre líneas y tiene que ver con la condición de atlas que
logra cartografiar parte de la economía nacional, ya que un numero no
menor de las obras que se describen corresponden a encargos privados de
segundas viviendas, permitiendo deducir donde esta distribuida esa
riqueza en el país. Se suma la variedad de paisajes y climas que
condicionan formalmente las obras y que tiene que ver con la condición
de lejanía del país.
Como comentaba al inicio, somos una escuela de arquitectura y
formular nuevas maneras de enseñanza implica riesgos. Dentro de este
riesgo que asume la manera de Talca, recuerdo cuando se plantea el
Taller de Agosto en Gonzáles Bastías y posteriormente en Corinto,
pequeños poblados vinculados al Ramal Talca – Constitución. Ese taller
nos marcó fuertemente por el hecho de salir del campus universitario y
diseñar, gestionar y construir una obra en algún lugar perdido en el
territorio. En aquel taller como alumnos estábamos más preocupados de
insertarnos en el paisaje, pero tratando de ir mas allá y la distancia
de los años, creo que el hecho de haber participado de ese taller y que
la escuela haya dado una continuidad al Taller de Agosto, fue importante
ya que nos permitió generar un vínculo con la comunidad, desarrollar la
gestión como herramienta de proyecto y asumir el problema que significa
proyectar en un lugar público, ya sea una pequeña plaza perdida, un
esperadero o un mirador. Ya lo comenta Germán Valenzuela, quien reconoce
que “En las primeras intervenciones del 2004 no teníamos tanta
conciencia de palabras como “participación”. …Partimos en realidad del
desconocimiento, de cómo podía resultar salir a la calle con los
estudiantes. Y elegimos una escena que tiene más que ver con el
territorio, el encuentro de los ríos por ejemplo…. Y eso abrió desde el
2004 en adelante todo un tema de discusión y un desarrollo intelectual
interesante”[7] .
Creo que esa discusión que se llevaba a nivel de profesores, en la
generación de alumnos que participó del taller también se estaba
desarrollando, pero giraba en torno a la construcción de una mirada y
eso en aquella época no era menor. Gran parte de ese ambiente y
discusión que se fue gestando en aquellos años Juan Román lo fue
relatando en una serie de textos recopilados en el libro “Talca Inédito”[8],
que también acaba de publicarse. Por lo tanto, creo que más que
referirse a la producción arquitectónica que surge de nuestra escuela,
seria bueno referirse a la amplitud en la mirada de los alumnos
egresados y sus actitudes de escuela. PA: Es interesante para nuestros lectores, conocer
cuáles son los procesos a los que te debiste enfrentar para la
realización de este proyecto editorial. ¿De dónde surge la idea, y cómo logró finalmente materializarse? JLU: Hay varios antecedentes que confluyen en la
idea de “Talca, Cuestión de Educación” como proyecto editorial. La idea
de recopilar en un libro monográfico con la práctica académica de la
Escuela de Talca venia sonando hace un tiempo dentro del cuerpo de
profesores de la escuela. Personalmente no tenia mucho interés en
hacerlo ya que no lograba encontrar el tono y la narrativa que
permitiera dar forma a un libro único o que no se pareciera a algo que
ya se ha realizado antes. El año 2011, volviendo de mi estadía en
Barcelona por estudios de postgrado, me topé con el video de la
conferencia “Talca, Cuestión de Educación” que Juan Román venia de
dictar en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, España
[9].
La conferencia graficaba de manera clara la forma en que se fueron
gestando los talleres o las preguntas que los talleres propios de la
Escuela de Talca trataban de abordar. Ahí aparece un relato continuo e
intimo que me permitió elaborar un primer borrador de lo que, en ese
momento, pensé que podría dar forma a una exposición internacional
itinerante, idea que se había iniciado durante una conversación fuera
del edificio del Colegio de Arquitectos de Catalunya el año 2005 época
en que Andrés Maragaño y Juan Román desarrollaban sus correspondientes
postgrados. Años después y siguiendo en Barcelona, conozco a Andrea
Griborio, arquitecta venezolana quien en aquella época venia desplegando
un fuerte trabajo de difusión de arquitectura latinoamericana
organizando congresos, concursos, colaborando en proyectos editoriales,
quien se había aproximado al trabajo académico de la Escuela de Talca.
Posteriormente Andrea se radica en México DF como directora de proyectos
creativos en la Revista Arquine y en conversación de bares se fue
discutiendo una primera idea de llevar adelante un proyecto editorial en
torno al trabajo académico de Talca.
Con Arquine hay una relación personal bien fuerte. Recuerdo que era
una de las primeras revistas de arquitectura que vi en la biblioteca de
la Universidad allá por 1999 y con las cuales me formé en aspectos de
lectura critica. Nunca supe como llegaron esos ejemplares a Talca, pero
me llamaba la atención porque lograba reconocer una escena
latinoamericana de arquitectura bastante fresca. Coincide que al momento
de hacerme cargo de la “Extensión e Intensión” (Así con “s” según Juan
Román [10])
de la Escuela de Talca, la primera publicación de importancia que se
logró llevar adelante es en la revista Arquine Nº 45, en un numero
dedicado a la Arquitectura Efímera. Ellos fueron quienes tuvieron
confianza al trabajo académico que se estaba desarrollando en Talca y lo
reconocían en un ámbito internacional.
A mediados del año 2011 y durante los meses de paro en las
universidades debido a la causa estudiantil, viajo por 4 semanas a
Barcelona a componer un primer boceto del libro. Coincido con Andrea
Griborio y Miquel Adriá, de quien venia siguiendo su perspectiva del
actual panorama de arquitectura contemporánea en Latinoamérica a partir
de sus publicaciones y curatorias. Además coincide que Adriá había
coincidido con Juan Román en el summit del Congreso Internacional de
Arquitectura en Querétaro 2010 y manifestó su interés por apoyar un
proyecto editorial de la Escuela de Talca. Es una época que recuerdo con
cariño ya que es en las ramblas donde se conforman las primeras ideas
para concretar el proyecto editorial. Hay que considerar que a la hora
de dar forma al proyecto editorial, seguí trabajando con las premisas
que dan forma al Taller de Titulación de la Escuela de Talca: Diseñar,
gestionar, construir y difundir una pequeña obra de interés público. Es
así como se presenta en el Fondart convocado por el Consejo de la
Cultura de la Artes de Chile el año 2011, obteniendo el fondo para
editar el libro en la línea Mercado para las Artes.
Durante los dos años de desarrollo del proyecto y tratando de
encontrar algunas claridades, comencé a revisar distintos procesos
creativos, como por ejemplo los diseños de objetos de Takeshi Kitano,
relatos de Brian Wilson componiendo el “Pet Sounds” de los Beach Boys o
el arte en el cine de Wes Anderson entre otros y que de algún modo
fueron confluyendo en mi manera de llevar adelante la edición del libro.
Creo que un elemento importante a la hora de comenzar a estructurar la
publicación, fue mi acercamiento al trabajo del fotógrafo talquino
Héctor Labarca Rocco, quien además de tener un conocimiento del
imaginario cultural maulino todos estos años había sido testigo de la
evolución del trabajo de escuela, lo que decantó en sesiones
interminables revisando sus registros fotográficos. La figura de Labarca
en el libro es muy importante ya que en gran parte de sus imágenes
estaba presente el valor estético en la cultura maulina que
posteriormente permitió a Andrea Griborio (en su condición de editora
invitada) y al equipo editorial de Arquine concretar la idea del libro
como objeto y su estructura narrativa que permitiera compartir un pedazo
de vida de escuela.
Finalmente creo que el libro da cuenta de un imaginario de escuela
por sobre una imagen de escuela. Eso tiene que ver con el “Estudiar
Arquitectura en Talca”, frase o constante pregunta que me acompañó en mi
formación como arquitecto desde los primeros días de escuela y que
durante estos quince años ha conducido al cuerpo de profesores durante
el día a día en su quehacer académico, indagando en nuevas practicas
académicas que permitan la formulación de distintos lenguajes
arquitectónicos desde el Valle Central de Chile. *José Luis Uribe Ortiz (Talca, Chile 1979)
Arquitecto por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca,
Chile (2007). Master en Teoría y Practica del Proyecto de Arquitectura
por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (UPC,
España 2010), financiado por la Beca Chile Conicyt. Desde el año 2008 le
ha correspondido dirigir el proceso de internacionalización de la
práctica académica de la Escuela de Talca, lo que le ha permitido
desarrollar un trabajo editorial publicando artículos en distintas
publicaciones especializadas, además de dictar conferencias en Chile,
México, Uruguay, Ecuador, España, Brasil y Portugal. Ha obtenido el
Fondart Regional (2008 y 2010) y el Fondart Nacional (2012). Fue
invitado como editor para el número monográfico de arquitectura chilena
de la revista Zona de Proyecto (Argentina, 2012) denominado “Chile según
Chile”. El año 2013 publica el libro “Talca, Cuestión de Educación”
(Editorial Arquine). Actualmente es profesor de la Escuela de
Arquitectura de la Universidad de Talca y ha sido invitado como editor
del numero monográfico de arquitectura chilena para la Zepellin Magazine
(Rumania) denominado “Chile: A new generation”.
“Shigeru
Ban es un arquitecto incansable cuya obra exhuda optimismo. Donde otros
pueden percibir retos casi imposibles de superar, Shigeru Ban ve una
invitación a la acción. Donde otros pueden preferir tomar un camino ya
probado, él ve la oportunidad de innovar. Es además un profesor
comprometido que no sólo representa un modelo a seguir para la
generación más joven, sino también una fuente de inspiración”. – Jurado
Pritzker 2014
Destacando su mirada innovadora hacia la estructura y el material,
como también su caritativo compromiso con el diseño, el Jurado Pritzker
ha seleccionado al arquitecto japonés Shigeru Ban como el ganador 2014
del Premio Pritzker. Ban es el trigésimo octavo ganador del Premio
Pritzker y el séptimo arquitecto japonés en recibirlo.
Shigeru Ban, que estudió en Sci-Arc y Cooper Union, ganó inicialmente
reconocimiento internacional por el uso experimental y creativo que le
dio a materiales no convencionales (en particular el papel), sin
embargo, ha adquirido recientemente un especial reconocimiento por
lograr diseños de alta calidad, a muy bajo costo, para aquellos que más
lo necesitan, como refugiados y víctimas de desastres naturales.
Según el jurado, el Premio Pritzker reconoce a aquellos arquitectos
que logran representar la “excelencia en la obra construida y que además
hacen una contribución significativa y consistente hacia la humanidad.
Shigeru Ban, el laureado 2014, refleja este espíritu del premio al
máximo”.
Lee el acta del Jurado completa después del salto
La Obra Arquitectónica del Premio Pritzker 2014, Shigeru Ban
Explora el desarrollo arquitectónico del ganador del Premio Pritzker,
Shigeru Ban – desde sus primeras obras residenciales minimalistas de
los años 90, a sus últimas estructuras experimentales ondulantes (Pompidou Metz de 2010, Nine Bridges Golf Club), hasta llegar a su última obra maestra de la construcción en madera, el nuevo Edificio de Oficinas Tamedia (2013).
Textos courtesía de Shigeru Ban Architects PC Pile House - Shizuoka, Japón, 1992 Double Roof House - Yamanashi, Japón, 1993 Furniture House 1 - Yamanashi, Japón, 1995 Curtain Wall House - Tokio, Japón, 1995 Wall-Less House -Nagano, Japón, 1997 Nine-Square Grid House - Kanagawa, Japón, 1997 Pabellón de Japón EXPO 2000 HANNOVER - Alemania, 2000 Naked House – Saitama, Japón, 2000 Paper Temporary Studio – Paris, Francia, 2004 Nicolas G Hayek Center – Tokio, Japón, 2007 Haesley Nine Bridges Golf Club House - Corea, 2010 Centre Pompidou-Metz – Francia, 2010 Metal Shutter House – New York, USA, 2010 Tamedia New Office Building – Zurich, Switzerland, 2013 Más proyectos de Shigeru Ban Architects